No sé si a varios les pasa, pero un libro no solo me
apasiona la trama, la historia, la investigación o inventiva detrás de la
historia. Un libro, o más bien la experiencia de leerlo, se me fija como
recuerdo, como si en el XML mental se grabara además la época de mi vida, las
experiencias felices y las tristes, de manera acumulativa.
En el caso de la trilogía de detectives de Asimov, me
recuerda los años 1995 o 1996, con el grupo de Sistemas del DCC, Habíamos
varios en ese momento leyendo lo mismo, aun no habiendo un carrera por terminar
(los libros son muy cortos) compartir lo leído era un placer increíble, ese
periodo de fuerte aprendizaje me da una sensación muy confortable, que revivo
al recordar y re leer de Baley, Olivaw, Gladia y Fastolfe.
Al Grano. Esta segunda historia, trata sobre el asesinato de
un humano en uno de los mundos espaciales más complejos, Solaria.
Contextualicemos (si ya sabe de qué hablamos, sáltese este
párrafo), en algún momento, los humanos comenzaron a fabricar robots, con la ayuda
de estos, desarrollaron el viaje por el hiperespacio, que permitía perforar el
espacio continuo, saltando varios
parsecs en leves instantes. Con
la misma ayuda de estos robots y el esfuerzo de varios colonos terrícolas, se
colonizaron 50 mundos, “mundos espaciales” como se dio a llamarlos. Estos
mundos desarrollaron el cerebro positrónico e hicieron robots en proporciones increíbles! (en Solaria había
decenas de miles de robots por habitante){cita requerida}. La primera entrega
de la saga, que se deja leer perfectamente por separado, aun cuando es más
entretenida en orden, trata del asesinato de un espacial (nacido en mundos
espaciales) en la tierra. Bóvedas de Acero convierte a Baley en nuestro héroe,
con una gran dosis de suerte (cueva, como diríamos en Chile, imitando el título
del libro en inglés “Las cuevas de Acero”.
Este segundo libro, trata del asesinato de un humano en el
planeta Solaria, En este planeta, de solo 20 mil habitantes, los humanos de
jactan de no tener contacto alguno con ningún otro humano, viviendo cada uno en
haciendas aisladas de varios millones de kilómetros cuadrados (imagina un mundo
más grande que la tierra, solo habitado
por 20 mil personas).
Baley es llevado a Solaria y debe enfrentar un enigma
policial, pero a la vez, combatir la agorafobia que por generaciones se ha
enquistado en los terrícolas, viviendo en las ciudades cubiertas por bóvedas de
acero, acostumbrado a tener algo más que el espacio vacío sobre su cabeza.
Nuevamente en compañía del Robot Daniel Olivaw, el policía
debe luchar contra sus demonios y terror al espacio abierto, ¡en un planeta
pleno de eso!, debe luchar contra el temor de los Solarianos a las infecciones
arrastradas por los terrícolas. Debe luchar con una sociedad que no entiende,
con tecnología más allá de su comprensión (el triménsico o video conferencia
tridimensional) y sobre esto, resolver el misterio de la muerte de un humano,
en una sociedad dónde los robots protegen al humano, como dicta la primera de
las tres leyes de la robótica. Y donde los humanos no se juntan con otros.
¿Cómo es posible que un mundo así, muera un humano de un golpe en la cabeza?
Elija B. en varios pasajes se encuentra a la intemperie,
sintiendo sobre él ese Sol Desnudo desconocido para los terrícolas
acostumbrados a la bóveda de acero llamada ciudad.
Es un libro muy ágil lleno de claves futuristas y
posibilidades para las mentes divergentes.
Libro súper entretenido, para devorarlo en los 3 días que
dura la trama, desde que Baley es avisado que debe viajar a petición de los
espaciales hasta su regreso a la tierra. Corto, no más de 100 páginas o algo
asi (el Kindle me podría decir cuántas páginas son, pero me quedo con la semana
de gusto que me dejó leyendo cada noche un ratito.
Lo recomiendo de todos modos!! Y si ya leyó Bóvedas de acero
… bueno … a lo que sigue .. “Robots del Amanecer”.
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