lunes, 8 de febrero de 2016

El Sol Desnudo

No sé si a varios les pasa, pero un libro no solo me apasiona la trama, la historia, la investigación o inventiva detrás de la historia. Un libro, o más bien la experiencia de leerlo, se me fija como recuerdo, como si en el XML mental se grabara además la época de mi vida, las experiencias felices y las tristes, de manera acumulativa.

En el caso de la trilogía de detectives de Asimov, me recuerda los años 1995 o 1996, con el grupo de Sistemas del DCC, Habíamos varios en ese momento leyendo lo mismo, aun no habiendo un carrera por terminar (los libros son muy cortos) compartir lo leído era un placer increíble, ese periodo de fuerte aprendizaje me da una sensación muy confortable, que revivo al recordar y re leer de Baley, Olivaw, Gladia y Fastolfe.

Al Grano. Esta segunda historia, trata sobre el asesinato de un humano en uno de los mundos espaciales más complejos, Solaria.

Contextualicemos (si ya sabe de qué hablamos, sáltese este párrafo), en algún momento, los humanos comenzaron a fabricar robots, con la ayuda de estos, desarrollaron el viaje por el hiperespacio, que permitía perforar el espacio continuo, saltando varios  parsecs  en leves instantes. Con la misma ayuda de estos robots y el esfuerzo de varios colonos terrícolas, se colonizaron 50 mundos, “mundos espaciales” como se dio a llamarlos. Estos mundos desarrollaron el cerebro positrónico e hicieron robots  en proporciones increíbles! (en Solaria había decenas de miles de robots por habitante){cita requerida}. La primera entrega de la saga, que se deja leer perfectamente por separado, aun cuando es más entretenida en orden, trata del asesinato de un espacial (nacido en mundos espaciales) en la tierra. Bóvedas de Acero convierte a Baley en nuestro héroe, con una gran dosis de suerte (cueva, como diríamos en Chile, imitando el título del libro en inglés “Las cuevas de Acero”.

Este segundo libro, trata del asesinato de un humano en el planeta Solaria, En este planeta, de solo 20 mil habitantes, los humanos de jactan de no tener contacto alguno con ningún otro humano, viviendo cada uno en haciendas aisladas de varios millones de kilómetros cuadrados (imagina un mundo más  grande que la tierra, solo habitado por 20 mil personas).

Baley es llevado a Solaria y debe enfrentar un enigma policial, pero a la vez, combatir la agorafobia que por generaciones se ha enquistado en los terrícolas, viviendo en las ciudades cubiertas por bóvedas de acero, acostumbrado a tener algo más que el espacio vacío sobre su cabeza.

Nuevamente en compañía del Robot Daniel Olivaw, el policía debe luchar contra sus demonios y terror al espacio abierto, ¡en un planeta pleno de eso!, debe luchar contra el temor de los Solarianos a las infecciones arrastradas por los terrícolas. Debe luchar con una sociedad que no entiende, con tecnología más allá de su comprensión (el triménsico o video conferencia tridimensional) y sobre esto, resolver el misterio de la muerte de un humano, en una sociedad dónde los robots protegen al humano, como dicta la primera de las tres leyes de la robótica. Y donde los humanos no se juntan con otros. ¿Cómo es posible que un mundo así, muera un humano de un golpe en la cabeza?

Elija B. en varios pasajes se encuentra a la intemperie, sintiendo sobre él ese Sol Desnudo desconocido para los terrícolas acostumbrados a la bóveda de acero llamada ciudad.

Es un libro muy ágil lleno de claves futuristas y posibilidades para las mentes divergentes.

Libro súper entretenido, para devorarlo en los 3 días que dura la trama, desde que Baley es avisado que debe viajar a petición de los espaciales hasta su regreso a la tierra. Corto, no más de 100 páginas o algo asi (el Kindle me podría decir cuántas páginas son, pero me quedo con la semana de gusto que me dejó leyendo cada noche un ratito.


Lo recomiendo de todos modos!! Y si ya leyó Bóvedas de acero … bueno … a lo que sigue .. “Robots del Amanecer”.

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